miércoles, 30 de marzo de 2022

Una bonita amistad

 

Érase una vez una bonita amistad entre dos dragones que no podían lanzar fuego se llamaban Norberto y Firulay. Una mañana Norberto se despertó en un lago, pero se dio cuenta que no estaba su amigo Firulay, después de un rato pensando donde podría estar Firulay no se le ocurrió nada, por lo que salió volando a buscarlo.

Estuvo buscando por muchos sitios: por Sevilla, por Málaga, Madrid, León…por muchas ciudades de España. Norberto iba a dejar de buscar a Firulay ya que llevaba una semana buscándolo pero cuando fue a su último destino, París, vio un castillo mágico muy grande y le pareció ver a Firulay en una pequeña ventana.

 Fue a intentar rescatarlo pero se encontró con varias pruebas: un parchís mágico, esquivar espadas gigantes etc, hasta que llego una prueba prácticamente imposible para Norverto en esa prueba había que quemar troncos de madera muy grandes, era muy difícil ya que ni Norberto ni Firulay podían lanzar fuego. A Norberto se le ocurrió coger un trozo de madera, cortarlo por la mitad y frotarlos y así pudo quemar todos los troncos.

Cuando superó esa prueba se encontró con un pozo, por lo que decidió bajar por él, cuando bajó vio que había muchas puertas probó todas y en ninguna estaba Firulay, abrió la última puerta con la esperanza de que estuviera ahí y efectivamente estaba. Cuando se vieron se dieron un fuerte abrazo y se fueron al lago donde despertó aquella mañana Norberto y siguieron con su bonita amistad.